Tuesday, July 29, 2008

25 años sin Buñuel

Un día como hoy, pero de 1983 y en nuestra Ciudad de México, dejó de existir un cineasta genial, padre del Surrealismo Cinematográfico y uno de los directores más originales que la historia del cine ha conocido: Luis Buñuel.

Nacido en la provincia de Aragón el 22 de febrero de 1900, Luis Buñuel pasó su infancia en Zaragoza, estudiando con jesuitas y en compañía de sus hermanos. Fue a la tierna edad de 8 años que descubrió el cine, que en esa época era apenas una mera curiosidad y espectáculo de feria.

Durante toda su infancia vio muchas películas, pues su prima tenía acceso desde la cocina a la pantalla de uno de los primeros cines de Zaragoza y cuando tenía trece años, sus padres le regalaron un teatro con personajes de cartón, con el cual él hacía sus propias obras, que presentaba durante semanas a los jóvenes de su pueblo. Desde entonces tenía la inquietud artística.

A los 17 años se fue a vivir a Madrid, para realizar sus estudios universitarios y trabó amistad con Salvador Dalí, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pepín Bello, Juan Ramón Jiménez, entre otros. Junto con ellos participó en diversas actividades e hizo sus primeros ensayos de puesta en escena, con versiones algo extrañas y delirantes del Don Juan Tenorio en las que actuaban Lorca, Dalí y otros compañeros.

Durante el tiempo que permaneció en Madrid, Luis Buñuel solía ir al cine, pero no fue sino hasta que se estableció en París cuando comenzó a verlo intensivamente. Imaginen esto, veía por lo menos tres películas al día, una por la mañana, otra por la tarde en un cine de barrio y otra por la noche y colaboró como crítico en varias publicaciones. ¿Cómo ven?

Su entrada al mundo del cine, detrás de las cámaras, se produjo después de ver la película Las tres luces (Der müde Tod) del genial Fritz Lang. Varias semanas después se presentó en un rodaje y fue con el director de cine francés Jean Epstein y se ofreció a trabajar de lo que fuera a cambio de que le enseñaran todo lo que pudiera aprender acerca del cine y Epstein finalmente le permitió desempeñar el cargo de asistente de dirección en el rodaje de sus película mudas Mauprat y La caída de la casa Usher (La chute de la maison Usher), de 1928.

Después de eso, participó como actor en algunas cintas como Carmen, de los estudios Albatros, con Raquel Meller y en La Sirène des Tropiques con Josephine Baker, experiencias que le ayudarían a conocer mejor el medio y a hacer contactos, tan importantes en esta industria.

Poco después se interesó por el movimiento surrealista de André Breton, llevándose consigo a sus amigos de la Residencia de Madrid, principalmente a Salvador Dalí y fue precisamente con el pintor español con quien realizó su primera película: "Un perro andaluz" en 1929. Esta cinta fue todo un manifiesto del surrealismo, llena de imágenes procedentes de un mundo de sueños, que a pesar de sus evidentes fallos técnicos, sigue siendo en la actualidad todo un alarde de imaginación y originalidad.

Un Perro Andaluz, que sólamente dura 18 minutos, tiene dos secuencias que impactan, y que son molestas y perturbadoras, una clara muestra de la influencia de lo onírico en sus primeras obras: la del ojo cortado por una navaja, procedente de un sueño del propio Buñuel, y la de las hormigas que salen de una herida en una mano del protagonista, salida de la imaginación de Dalí.

Junto con "La edad de Oro" (1930), son los dos ejemplos más claros del surrealismo en cine.

Tras ese radical inicio, Buñuel saltó después a un genero completamente diferente, el documental, pero eligió un tema no por realista menos surrealista: la situación en la región española de "Las Hurdes", un crudo documental de 27 minutos que muestra la desoladora situación de esa zona en la España de 1932 y que ofrece secuencias terribles como la del entierro de un niño en su ataúd blanco descendiendo por el río.

Aunque Buñuel se centró después en la ficción, sus películas siempre estuvieron cargadas de una fuerte crítica social, denunciando la situación de los sectores más marginados, como ocurrió con "Los Olvidados", una obra maestra por la que obtuvo el premio a la mejor dirección y el de la crítica internacional en el Festival de Cannes de 1951 y que fue filmada en nuestro país, donde Buñuel se refugió después de la Guerra Civil Española y una ruptura con Salvador Dalí.

Fue en México donde rodó algunas de sus películas más significativas, como "Nazarín" (1959) -palma de Oro en Cannes- o "El ángel exterminador" (1962), con una regreso temporal a su natal España para realizar "Viridiana" (1961), una dura crítica a la falsa caridad que también obtuvo la palma de Oro de Cannes, en 1962 y generó un gran escándalo cuando el periódico vaticano "L'Osservatore Romano" la tachó de blasfema y sacrílega, provocando que la censura española la prohibiera.

Tras su etapa mexicana, Buñuel regresó a Francia, donde rodaría las películas que más prestigio le dieron y con las que alcanzó una enorme sutileza en sus críticas sociales, además de una mayor libertad creadora debido a los más y mejores medios de que dispuso.

La trilogía formada por "La vía láctea" (1968), "El discreto encanto de la burguesía" (1972) -que ganó un Óscar a la mejor película extranjera-, y "El fantasma de la libertad" (1974) es probablemente la cumbre de su carrera.

Lo absurdo se convierte en protagonista de estas historias con las que Buñuel atacó sin piedad la vida burguesa, en especial con la secuencia de la reunión de amigos en "El discreto encanto de la burguesía" en la que nunca pasa nada.

Su última película, "Ese oscuro objeto del deseo" (1977), fue menor en comparación con las genialidades realizadas anteriormente, pero, al igual que con toda su obra, es una muestra más de que Buñuel hizo siempre lo que quiso y contó lo que sentía, sin importarle los convencionalismos y que sigue siendo referencia obligada para todos aquellos que amamos el cine.

Si quieren conocer más sobre este director y su obra, entren aquí.

¡Hasta el próximo post!

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